Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.
¡Dios mío! ¡Cómo estás así de enamorado del hombre, que has llegado a donarle a tu mismo hijo unigénito, encarnado en el seno de una Virgen, por obra y virtud del Espíritu Santo! Sí, mi Dios, tu infinita misericordia ha mirado y ha sido siempre propicia sobre nuestra miseria, para destruirla y para darnos la verdadera riqueza: nuestro Señor Jesucristo.
San Vicente Pallotti.
Dios está enamorado de nosotros. Nos ama con amor infinito. Siempre sale a nuestro encuentro. Nunca nos niega su misericordia. Encontrarnos y perdonarnos es su alegría.